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CAPÍTULO 12

TENEMOS QUE HABLAR

27/03/25

Pocas frases cortas generan tanto miedo. Estas tres fatídicas palabras son siempre el preludio de una conversación dura y dolorosa, que terminará con una de las dos partes involucrados teniendo que recurrir a analgésicos sólidos (chocolate) y/o líquidos (cualquier tipo de alcohol). En esta entrada del “Vademecum” somos nosotros quienes pronunciamos la frase de la muerte, así que ya puedes relajarte. ¿Con quién estamos hablando? Con los jugadores problemáticos de nuestro equipo.

¿Qué es un jugador problemático? Excelente pregunta, si se me permite decirlo. Para explicarlo, permíteme presentarte el “baremo Daovir”, célebre método empleado en toda la galaxia para calibrar las sensaciones que nos despiertan determinados artículos, en base a las cuales podemos calcular el valor de dicho artículo o, en su defecto, nuestro interés hacia ellos. El baremo Daovir tiene cuatro niveles:

  • Nivel Muajajá: es verlo y entrarte una risa malvada que firmaría el propio Charles Montgomery Burns. Tienes en tus manos un artículo tan pero tan bueno, que salivas solo de pensar en los momentos de gloria que vas a degustar.

  • Nivel pechuga de pollo: no es tu plato preferido del menú, pero siempre es preferible a terminar pidiendo coles de Bruselas (¿por qué carajo la O.N.U. no prohíbe de una maldita vez esta aberración demoníaca?).

  • Nivel vamoshombrenomejodas: tu único interés es poner la mayor distancia posible entre tu humanidad y ese engendro diabólico. La distancia ideal es el rango máximo del lanzallamas que acabas de pedirle a Amazon y que usarás para prenderle fuego. Varias veces.

  • Nivel tenemos que hablar: tu mente se esfuerza por catalogar ese artilugio en una de las tres categorías anteriores, pero está fallando en el intento. No hay manera de saber si te gusta, te deja indiferente o si debes huir despavorido.

No hay nada peor que los artículos que caen en esta última categoría, y más cuando se trata de algo relacionado con nuestras posesiones más preciosas: nuestros equipos fantasy.

¿Qué debemos hacer con los jugadores problemáticos? ¿Cómo saber si debemos quedárnoslos o no? ¿Debemos intentar traspasar por ellos porque tienen potencial muajajá? ¿Tienen más pinta de coliflor que de cachopo? ¿Terminaremos ciscándonos en sus progenitores a media temporada? Para ayudar a vuestras atribuladas y fatigadas mentes en la ardua tarea de catalogar a estos jugadores, podéis seguir este esquema, creo que lo encontraréis de gran ayuda:

1.- ¿El jugador tiene problemas físicos? Por problemas físicos entendemos tanto a que esté inmerso en la recuperación de una lesión severa o que sea un jugador acostumbrado a sufrir repetidas lesiones. No puedes basar tu estrategia en jugadores cuyo estado físico es una incertidumbre. Si no sabes si estará al cien por cien para la semana 1, si es casi seguro que se perderá cinco o seis partidos de la temporada, si un mal golpe puede suponer su retirada… estás ante un jugador que no te interesa. Huye. Déjalo atrás. Intenta sacar algo por él, lo que sea, o simplemente córtalo. Si la respuesta a esta pregunta es “no”, pasa al siguiente punto del esquema.

 

Ese jugador todavía tiene posibilidades de serte interesante. 

2.- ¿Cómo de preocupante fue su actitud durante la última temporada? La NFL está llena de jugadores con una severa falta de profesionalidad. Estamos hartos de ver a divas que se enfadan tanto si no se sienten tratados como el ombligo del mundo que, de buenas a primeras, deciden no esforzarse. O puede que el esfuerzo no sea el problema, sino que han protagonizado algún incidente grave fuera del terreno de juego, tan grave que pesa sobre ellos la amenaza de una severa sanción. Sea como fuera, si un jugador genera las dudas de los Amari Cooper, Tyreek Hill o Rashee Rice… casi mejor hacerle las maletas y asegurarte de que te entrega las llaves de tu casa antes de que salga por la puerta por última vez. 

 

Si los problemas del jugador no van en esta línea, puedes pasar al siguiente punto.

3.- ¿Esperabas mucho más de él y te falló miserablemente? Es frecuente ver a jugadores rendir mucho peor de lo esperado, lo importante es averiguar los motivos de este mal rendimiento. Un receptor puede escudarse en que tuvo que jugar todo el año sin su QB titular, un corredor puede aducir que se le cayó la OL y no había forma de encontrar huecos para correr, etc. Si ese es el caso no hay excesivos motivos de preocupación, pero la cosa cambia si no encontramos motivos claros para ese pésimo rendimiento o si no se trata de un hecho aislado.

 

Por ejemplo, el primer mal año de Jaylen Waddle lo explicamos por el tema Tua y sus lesiones, ¿pero cómo explicar su segundo mal año consecutivo? ¿Te crees las excusas de Travis Etienne y confías en que vuelva a ser un jugador productivo? Hay regresiones a la media que puedes dar por casi hechas, pero hay muchos jugadores que simplemente empiezan a oler a cadáver fantasy.

 

¿Sigues sin encontrar un “sí”? ¡Vaya, parece que ese jugador se resiste a que le consideres un caso perdido! Pasa al siguiente punto, a ver si te arroja un poco más de claridad.

4.- ¿Y si el problema no es el jugador, sino su entrenador? Puede que ese corredor que hasta hace nada era la piedra angular de tu equipo, te esté fallando porque ha llegado un entrenador que ha cambiado el juego de carrera de la franquicia. Ese receptor que te daba toneladas de puntos gracias a sus recepciones de 50 yardas, puede que esté siendo un dolor de muelas porque su nuevo entrenador prefiere basarse en la carrera y el pase corto y ya no tiene pases largos que te generen esos valiosos puntos.

 

Los malditos entrenadores siguen pensando que cobran para hacer que las franquicias que les pagan ganen partidos, en vez de asumir que deben dar de comer a todos los mánagers fantasy que tienen alineados a los jugadores que entrenan. Hasta que se den cuenta de su error, no dejes de analizar los cambios en los de las 32 franquicias, ni de analizar el estilo de juego de cada una.

 

Si sigues sin encontrar solución a tus dudas y ese jugador sigue siendo un problema, pasa al siguiente apartado. Se nos empiezan a acabar las preguntas, pero todavía nos quedan un par de ellas. Cruza los dedos antes de leer, por si sirve de algo.

 

5.- ¿Hay muchos para poco? Muchos corredores empiezan a dar menos puntos, porque pasan de estar siempre sobre el emparrillado a formar parte de un comité, lo que les resta carreras y puntos. Del mismo modo, a un receptor le viene bien un poco de competencia en su puesto (dos buenos receptores harán que la atención de la secundaria rival tenga que repartirse, lo que les facilitará la vida) pero nada les viene peor que formar parte de un ecosistema de cuatro o cinco receptores de un nivel similar (Packerlandia, por ejemplo, está muy lejos de ser el mundo fantasy ideal para cazar receptores).

 

¿Era ese el problema de tu jugador? ¿Ya has podido identificar su problema y respiras aliviado? ¿No? Pasa entonces a la última pregunta, puede que las respuestas que hasta ahora te han esquivado hagan finalmente acto de presencia.

 

6.- ¿Está el jugador en una relación tóxica? Un jugador necesita estar rodeado de buenas influencias, debiendo huir de las malas compañías. Si un receptor tiene a un gran QB lanzándole la bola, las posibilidades de que sume ricos y constantes puntos serán muy elevadas. Por lo que sea, es más fácil que un receptor lo haga bien si juega con Joe Burrow o Justin Herbert que si lo hace con Carson Wentz o Kyler Murray.

 

Del mismo modo, un corredor necesita que los cinco gordos que tiene delante sean capaces de abrirle huecos para que él pueda lucirse. Ponme a mi detrás de la OL de Detroit y terminaré como RB TOP 10. Pon al mejor corredor de la historia detrás de la OL de New England, y terminarás cortándolo por aburrimiento.

 

Del mismo modo, no olvides la importancia de mirarlo todo en conjunto. Si el ataque es malo, todo fallará y ningún jugador de ese equipo te valdrá para nada, un equipo acostumbrado a perder de paliza se verá obligado a correr más que a pasar, un equipo ganador es muy posible que dedique muchos minutos de la temporada a correr para quemar reloj y asegurarse la victoria, etc.

 

¿Apareció la respuesta? ¿Has podido determinar el origen del problema? ¿Sí? ¡Enhorabuena! Ya puedes catalogar a ese jugador y tomar el rumbo de acción a segu… ¿Qué? ¿Que no? ¿No has podido catalogar al jugador y sigues dudando? ¿Has pensado si no serás tú el problema? Igual necesites darte unos días antes de volver a evaluar al jugador, puede que una mente despejada te ayude. Quien sabe, puede que alguien arroje otras cuestiones que puedas considerar. Si las encuentras, no dejes de compartirlas, todos te lo agradeceremos.

DAVID FORMENTÍN - @Daovir

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